lunes, 25 de junio de 2012

Pastor Otoniel Font-Afirma tu Pie, y Vela


En el primer capítulo del libro de Habacuc, el profeta se queja, delante del Señor, por la situación en la que se encuentra el pueblo de Israel.
No hay ningún problema en que te quejes. ¿Quién mejor que Dios para recibir nuestras frustraciones y tristezas? ¿Quién mejor para entendernos? El Espíritu Santo es la única persona que se siente cómodo con tus debilidades y con tus problemas, y no tiene ningún problema en recibir la queja emocional o espiritual que puedas tener.
Lo que ocurre es que hay personas que presentan su queja ante Dios, y no hacen más nada, pensando que con eso es suficiente.
El profeta Habacuc descubió un secreto en la oración. Se dio cuenta de que él tenía que expresarle a Dios exactamente lo que él quería; pero en el capítulo 2, el profeta comienza diciendo tres cosas que él iba a hacer, luego de haber presentado su queja: Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá.
Una oración no es un monólogo. Una oración es una discusión, un compartir; por tanto, tenemos que esperar respuesta.
Ya vimos que, después de presentar nuestras peticiones en oración delante del Señor, lo próximo que tenemos que hacer es subir a un lugar alto.
Lo segundo que nos corresponde hacer es lo mismo que hizo Habacuc: afirmar nuestros pies, paranos firmes.
El profeta no podía subir al monte, y acostarse a dormir. De nada sirve subir al monte y no estar alerta. ¿De qué te serviría subir a una posición geogrífica alta, si tu postura es la incorrecta? ¿De qué te serviría subir, si te acostaras a dormir?
Cristo le dijo a sus dicípulos que velaran con él, y los llevó al monte. Dejó a unos abajo, otros subieron a la mitad, y él llegó hasta arriba. Cuando Cristo bajó los encontró durmiendo, y les dijo: ¿No pueden velar ni una hora? Los despertó, y volvió a subir. Cuando bajó por segunda vez, los encontró nuevamente durmiendo. Volvió a subir, y al bajar por tercera vez, de nuevo estaban durmiendo.
¿Qué hacen los religiosos? Pretenden que Dios les dé el milagro porque entraron por las puertas de la iglesia. Pero cuando tú llegas a la iglesia, tiene que haber una actitud de pararte firme en el espíritu, tiene que haber una actitud de estar pendiente, tiene que haber una actitud en tu corazón de pararte firme y velar.
Lo tercero que el profeta hizo fue velar. El término velar implica que se refería a la noche. Lo que el profeta quiso decir es que no iba a dejar que la oscuridad lo venciera, que lo destruyera.
En medio de tu tiempo de crisis es cuando más tienes que velar, es cuando más tienes que tener expectativa.
Sube al monte, párate firme, y espera que algo pase, espera a ver qué Dios va a hacer. Concéntrate, asume una posición en la que puedas recibir algo de parte de Dios, y espera que algo ocurra.
Si tú llegaras a tu iglesia, sin esperar algo de parte de Dios, estarías perdiendo el tiempo. Desde que tú sales de tu casa, tú tienes que estar esperando que algo ocurra. Dios te va a hablar, Dios te va a decir lo que tienes que hacer, Dios va a hacer algo por ti, pero tiene que haber expectativa en tu vida.
Lo que nosotros vemos no es lo que el mundo ve; porque lo que se ve en el monte, no todo el mundo lo recibe.
Elías subió al monte junto a su siervo, después de siete años de sequía. Y le preguntó al siervo: ¿Qué ves? A lo que el siervo respondió: Veo una nubecita, como del tamaño de la palma de una mano. El profeta le dijo: Sal corriendo, y dile a Acab que grande lluvia se oye.
Los creyentes no nos dejamos llevar por vista, no nos dejamos llevar por las circunstancias, pero tenemos que ver algo. Lo que pasa es que nosotros vemos de manera diferente las cosas que el mundo ve. Cuando el mundo ve una pequeña nubecita, nosotros vemos un milagro; porque la nubecita es pequeña, pero la expectativa es grande.
Y, si te preguntas cómo de algo pequeño Dios va a sacar algo grande, es que no conoces al Dios al que le servimos. El Dios al que le servimos multiplica las fuerzas a aquel que no tiene absolutamente nada de fuerzas. El Dios al que le servimos es el único que cuando multiplica por cero saca algo.
Si hoy tú no tienes fuerzas, eres el mejor candidato para que Dios haga algo grande en tu vida. La pregunta es: ¿Cuál es tu expectativa?
No ores tan solo para ver si pasa algo o no. Ora, sube a un lugar alto, párate firme, y ten expectativa. 


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domingo, 24 de junio de 2012

Pastor Jose Putzo-Regalos que hablan


El afecto que regalas tiene un efecto positivo en tu vida y en la vida de quienes te rodean.


Hay muchas formas de comunicarnos. Podemos enviar mensajes con código morse, el que se utiliza para los telegramas. Otra forma de comunicarnos es a través de los diferentes idiomas como el inglés, el italiano, el español, etc. También existe el lenguaje de señas y el lenguaje corporal. Ahora, en la era digital, nos comunicamos mediante otros códigos como los emoticones. Cuando intentamos transmitir lo que pensamos y sentimos, buscamos utilizar el lenguaje que mejor comprenda la persona con quien deseamos comunicarnos. Y hay un tipo de lenguaje que puede lograrlo, ya que rompe las barreras del idioma. Ese es el lenguaje de los regalos.
Recuerdo momentos cuando ese lenguaje marcó mi vida. Por ejemplo, para nuestra boda, mi esposa y yo recibimos tantos regalos que nos sentimos realmente amados. Al disponernos a cambiar algunos porque teníamos demasiadas cosas iguales, reparamos en un cojín que nos pareció buen candidato para cambiarlo por algo más. Al llevarlo a la tienda, descubrimos que era muy costoso y al ver quién nos lo había regalado, decidimos conservarlo, ya que era el obsequio de una señora que trabajaba hace mucho tiempo con la familia y el costo de ese cojín era el ¡50% de su salario mensual! Eso nos conmovió ya que con dicho regalo nos expresaba cuánto nos amaba.
El Señor ha sido bueno y me ha rodeado de personas que me demuestran su amor utilizando el lenguaje de los obsequios. También recuerdo cierta vez que un discípulo me llamó cuando estaba de viaje para decirme que me había comprado un regalo. Yo pasé emocionado e intrigado los días que faltaban para que regresara. Incluso fui a traerlo al aeropuerto y lo acompañé hasta que finalmente me dio el regalo que había comprado para mi. ¡Era una licuadora! Confieso que me decepcioné un poco, pero le dije: “Gracias, es lo que siempre soñé”. Claro que él comprendió la ironía y reímos de buena gana. Más allá del objeto que recibí, descubrí el poder del lenguaje de los regalos y la energía positiva e ilusión que provocan. Un regalo es portador de mensajes.
La Biblia nos habla de un presente que ayudó a que dos hermanos se reconciliaran. Jacob regresó a la tierra donde vivía su hermano Esaú, de quien había huido años atrás porque este lo acusaba de haberle robado la primogenitura. Al leer la cantidad de animales que Jacob le envió, vemos que realmente deseaba buscar la reconciliación1. Jacob utilizó este espléndido regalo para tocar el corazón de su hermano y lo logró, porque Esaú lo recibió con los brazos abiertos.
Cuando recibes un regalo que te agrada, buscas la forma de demostrar tu gratitud. Dios también es así. Cada vez que lo agradamos y le demostramos nuestro amor con los regalos que merece, tocamos Su corazón y busca la forma de retribuirnos. Al levantar tu mano para obsequiarlo, Él levanta la Suya para darte todo lo que tiene para ti, porque todo afecto tiene efecto. Si nosotros, siendo humanos, buscamos agradecer a quien nos bendice con un regalo, ¡cuánto más lo hace el Señor, inventor de la gratitud!
Con su regalo, Jacob logró calmar el enojo de Esaú. Entonces, pudo ver su rostro2  feliz y agradecido. Cada vez que ofrezcas un regalo, mira el rostro de la persona a quien se lo entregas y lo verás gozoso. El altar es un lugar de intercambio, donde verás el rostro agradecido de Dios. Recuerda que Jesús es nuestro intercesor y también es quien está junto al Padre presentándole nuestros regalos que hablan del amor que le tenemos. Imagino que le dice: “Mira, esto te lo ha dado aquel hijo que te ama”.
Cuando mi esposa y yo preparábamos nuestra boda, en Casa de Dios estábamos en el proceso de construir el templo en el que nos congregamos ahora. Mi esposa había ahorrado con paciencia durante mucho tiempo para poder comprar su ajuar de novia. Pero un día, entregó todo lo que había ahorrado porque se necesitaba dinero para comprar las sillas de la iglesia. Nuestra vida familiar ha sido así, siempre obsequiando a Dios quien también es generoso con nosotros y nos devuelve a manos llenas. El Señor nos ha dado primero, desde la vida hasta la salvación, así que nuestra responsabilidad es hablarle de agradecimiento con nuestros regalos.
No lo dudes, tus regalos provocan el agradecimiento del Señor quien te defenderá, te enviará ayuda, será tu sustento, y te sostendrá siempre3. Siembra afecto y cosecharás agradecimiento y alegría. Cuando das generosamente, activas tu fe porque demuestras que confías en la provisión que vendrá. Entregas lo que tienes para abrir los espacios que Dios llenará.

Dile al Señor que has decidido ser una persona que transforma rostros y los alegra con los regalos que ofrecerás. A partir de hoy, comunícate honrando con tus regalos, especialmente a Dios quien lo merece todo. Al dar con una mano, recibirás con la otra porque tu afecto tendrá un efecto positivo en tu vida y en la de quienes te rodean. ¡No lo dudes y demuestra tu amor con generosidad!

1 Génesis 32:11-16 cuenta sobre Jacob y Esaú: Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud. Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un presente para su hermano Esaú: doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. Y lo entregó a sus siervos, cada manada de por sí; y dijo a sus siervos: Pasad delante de mí, y poned espacio entre manada y manada.
2 Génesis 32:20 continúa con la historia: Y diréis también: He aquí tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá le seré acepto.
3 Salmo 20:1-2 dice: Jehová te oiga en el día de conflicto;?El nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario,?Y desde Sion te sostenga.


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miércoles, 20 de junio de 2012

Cash Luna-Padres tan machos como mamá


Ama y honra a tu padre para recibir paz y bendición en tu vida.


El mundo ha cambiado, ahora todo es diferente, especialmente en la familia. Aunque algo que no ha cambiado es el protagonismo de la madre en la vida de los hijos y dentro de la sociedad. Por ejemplo, para cualquier fiesta o evento, pareciera que nos bombardean con la presión por agradar a mamá para navidad, para el día del cariño, para el día de las madres, en fin, todo momento es propicio para recordar a mamá y su amor, pero ¿qué pasa con papá? ¿Acaso no es importante? ¡Claro que sí! Aunque es innegable que la madre lleva ventaja, ya que al nacer su bebé, se ha relacionado íntimamente con él durante 9 meses. Y muchas veces lo papás, frente al recién nacido, no sabemos qué hacer o qué decir, y terminamos por hacer mil muecas que a los ojos de otros pueden verse divertidas. Pero también nos entregamos, especialmente en la lucha por proveer a nuestros hijos.
Como les explicaba, ahora las cosas han cambiado. Antes aprendíamos a honrar a nuestros padres. Recuerdo que por la tarde, cuando papá regresaba de trabajar, todos corríamos a saludarlo, ni el perro se quedaba atrás, al contrario, creo que en casa un par de perros se murieron del corazón por la alegría que les provocaba ver a papá o si no se morían, ¡se les recalentaba la cola de tanto moverla! Ahora, cuando papá entra a casa, solo lo recibe el silencio, ni el perro se le acerca porque está entretenido junto a los niños que juegan en la computadora. Y si el papá se acerca donde están sus hijos, ellos, con los ojos pegados a la pantalla y los dedos en los controles, le dicen: “Espera papá, ya casi estoy pasando al otro mundo”. A lo que el padre responde: “¡Al otro mundo te enviaré si no me saludas, caramba!”
Tanto han cambiado las cosas que la tecnología atropella a los padres. Ahora, si le regalas un celular a tu papá, él te dirá que te lo vendieron dañado porque no tiene botones y puede que te lo devuelva roto porque de pronto lo vio vibrar solo y le dio de escobazos pensando liberarlo de algún espíritu inmundo. A pesar de todo, los padres intentamos ponernos al día para comprender a nuestros hijos, porque ser papá es un trabajo que no tiene jubilación. A veces me aterra ver la imagen de padre que nos vende la publicidad: un hombre fuerte y lleno de vitalidad, capaz de llevar en hombros a su hija de más o menos 10 años, tomar con la mano derecha a otro de sus hijos y con la mano izquierda tomar a su esposa, al tiempo que corren atravesando un prado de girasoles. Al verlo, me digo: “Ese hombre tiene columna vertebral de hierro, porque la otra noche intenté llevar a mi hija dormida a su cama y luego de medio metro, ¡ella tuvo que cargarme a mi!”. Así que realmente no somos siempre tan fuertes como se ve en los anuncios de televisión. Cometemos errores y aprendemos con el tiempo a mejorar. Pero también envejecemos y nuestro humor cambia. Seguramente nos volvemos irritables y difíciles por las cargas de la vida, sin embargo, necesitamos comprensión y cariño.

Pocos logran darse cuenta del enorme esfuerzo que hace un padre por sostener una familia. Esta tarea es realmente difícil y la hacemos sin esperar nada a cambio, aunque el agradecimiento de los hijos nunca sobra y cae muy bien. Incluso, La Palabra dice que honrar a los padres es garantía para que a los hijos les vaya bien en la vida. Algunas familias deberían revisar su situación porque la falta de honra podría ser la razón por la cual no fructifican los esfuerzos por superar las dificultades financieras. Revisa la relación con tus padres y hónralos si quieres te vaya bien. La Biblia no dice que se honre a los padres que lo merecen, dice que los honres y punto. Si tu padre fue un vago, irresponsable y borracho, él tendrá que dar cuentas de sus actos, pero tú debes obedecer al Señor y honrar a tu padre, porque también darás cuentas de tus actos y decisiones.
El mal se vence con el bien, en cualquier relación, especialmente en la relación con tus padres. Devuelve siempre amor y afecto, nunca digas algo negativo de tus padres porque tú también serás juzgado y lo mejor es que seas identificado como alguien que dio amor a pesar de todo y sin restricciones.
El lugar más triste sobre el planeta son los funerales y los cementerios, no por la persona que muere, sino por quien se queda y se lamenta porque tiene una deuda de cariño que no podrá pagar. El tiempo es inexorable, lo que no dijiste y lo que no compartiste con tu padre será algo que no podrás recuperar. Lo mejor es expresar en vida lo que sea necesario, para que al final, puedas decir: “Papá te extraño, pero guardo hermosos recuerdos de los momentos que pasamos juntos, nada me debes y nada te debo porque te amé y honré hasta el último momento de tu vida”. Entre los cristianos está prohibido tener deudas de amor con los padres.
Cuando somos padres, asumimos un compromiso que no termina ni siquiera con la muerte, porque nuestra imagen perdura por generaciones. Por eso, y como padre de familia, motivo a los varones a esforzarse por ser dignos ejemplos para los nietos de los nietos de sus hijos. Pidamos al Padre por excelencia que nos otorgue sabiduría, fuerza y amor para enfrentar nuestros retos y responsabilidades con los hijos que nos ha regalado.
A los hijos les aconsejo que no se queden con el recuerdo de las lágrimas y los regaños de papá, mejor guarden en su corazón la ternura y el agradecimiento que ustedes les regalaron a ellos, incluso por aquello que nunca recibieron. Honra a tu padre con todo tu ser, tal como Jesús honró al Suyo. Además, corre al encuentro de tu Padre celestial quien te dice: “Eres Mi hijo amado, Yo te espero con los brazos abiertos”.


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domingo, 17 de junio de 2012

Pastora Sonia Luna-Ora y planifica para alcanzar tus sueños


Es importante que aprendamos a planificar en medio de la adversidad, confiando siempre en el Señor.

Nehemías 1: 1-10 relata: Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino, que vino Hanani, uno de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo. Acuérdate ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre. Ellos, pues, son tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano poderosa.
La Palabra nos muestra que Nehemías entristeció cuando supo de la terrible situación de la ciudad Jerusalén y deseó ayudar a su pueblo. Aunque en ese momento no pudo hacer nada para remediar aquella situación porque se encontraba en el lugar menos apropiado, dedicándose a un trabajo indebido y bajo las órdenes del patrono incorrecto. A pesar de ello, Nehemías, reconoció su situación, se humilló y no permitió que se muriera el sueño de ayudar a su gente. Al contrario, utilizó el tiempo para planificar y orar, mientras Dios le permitía alcanzar su visión.
Nehemías 1: 11 habla de lo que este hombre le pidió al Señor: Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque yo servía de copero al rey.
Este verso nos ayuda a identificar la diferencia entre un soñador que imagina los cambios positivos y un visionario que se ve a sí mismo provocando esos cambios. Nehemías era un visionario ya que oró porque Dios le diera la oportunidad de reconstruir los muros de Jerusalén.
Nehemías 2:5-9 explica lo que este hombre hizo: y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré. Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo. Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí. Vine luego a los gobernadores del otro lado del río, y les di las cartas del rey. Y el rey envió conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo.
Después de orar, Nehemías hizo planes y desarrolló una estrategia para alcanzar su visión. Por eso, ya sabía qué decir cuando Dios le dio la oportunidad de hablar con el rey Artajerjes.
Así que el rey de Persia, al ver que Nehemías ya tenía todo planificado, le brindó la ayuda que necesitaba para cumplir su objetivo. Entonces vemos que la oración y la planificación nos ayudan a mantener viva nuestra visión y alcanzarla.
Ora para pedir oportunidades y también ora por las personas que puedan ayudarte a lograr tu propósito, pero mientras esperas la oportunidad, planifica tus estrategias. Confía en el Señor porque Sus planes son de bien, tal como leemos en Jeremías 29:11: Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Persevera con tu mirada en los cielos, haciendo parte a Dios de tus sueños y seguramente obtendrás lo que esperas.

miércoles, 13 de junio de 2012

Cash Luna-Con la fe y los pantalones bien puestos


En la guerra se dice que de nada sirven las armas si no se saben usar. Lo mismo sucede en el plano espiritual, ya que de nada sirve decir que creemos en las promesas del Señor, si no tenemos el valor para enfrentar las situaciones y provocar que Sus planes se cumplan. ¿Por qué no te has animado a desarrollar ese negocio que tienes en mente? Si dices tener fe en el Señor quien te sustentará, debes dar el paso hacia la construcción del futuro que Él te ha prometido. Con respeto lo digo, a veces nuestra cobardía se disfraza de esa espiritualidad que busca miles de confirmaciones de Dios para animarse a hacer algo. ¿Qué más necesitas para casarte, luego de tantos años de noviazgo? La Palabra dice que los violentos arrebatan las promesas, es decir que los decididos y emprendedores, los que ponen manos a la obra son quienes alcanzan la victoria. 
Hebreos 11:1-11 dice sobre la fe: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
Hemos leído muchas veces lo que Hebreos 11 enseña, pero es importante revisar varios aspectos que nos hablan sobre la fe. Primero, leemos que Dios es galardonador de los que le buscan, así que una forma de demostrar que lo buscamos es alcanzar esos galardones. En nuestra relación con Dios hay dos testimonios, el nuestro que habla sobre lo que Él ha obrado en nuestras vidas y el del Señor que habla de lo que Él ha visto y le agrada. En el caso de Abel, dice que Dios da buen testimonio de su ofrenda porque fue excelente. Lo mismo sucede con todos estos hombres y mujeres de los que habla Hebreos 11, que de hecho, es el testimonio del Señor sobre la fe y el valor de quienes se han ganados Sus galardones.
Nuestra fe debe reflejarse en cada aspecto de la vida: en el trabajo, la familia, los amigos, etc. Debemos presentar testimonio de fe para que Él ofrezca el Suyo, que no es más que la gracia que hallamos en todo lo que hacemos. Por ejemplo, cuando entregas tu vida a Su servicio y lo honras, siempre encontrarás favor ante otros que incluso te dirán: “No sé porqué, pero quiero hacer negocios con usted”. Ese es el testimonio de Dios a partir del tuyo, producto de la valentía y coraje de vivir según la fe que Él ha puesto en ti.
La Biblia dice que el justo vive por su fe. Es fácil decir que vives por la fe en la vida eterna, pero es difícil declarar que crees en aquello que Dios ha prometido que lograrás en la tierra. Sin embargo, esa es la fe que debemos hacer realidad, ya que es la única forma de agradar a Dios. Cada día de tu vida debes demostrar tu fe, no solamente cuando te dan el aumento que esperabas, sino también cuando el día amanece nublado y no tienes ganas de levantarte de la cama.
Hebreos 11 nos habla de Noé, quien alcanzó justicia al construir el arca por fe. Ahora muchos podrían decir que hubieran participado, pero realmente es difícil saberlo, si no son capaces de enfrentarse a las dificultades y retos del día a día. Antes de decir que hubieras creído en un loco que construía un enorme barco cuando nadie sabía qué significaba la palabra lluvia, demuestra que eres capaz de arriesgarte por creer que Dios desea que seas feliz con tu familia y te respeten porque haces un excelente trabajo. Esas son las proezas que debes lograr ahora. Tu historia es la que debes construir con fe, esa historia que confirmará que los profetas decían la verdad sobre los hijos de Dios. ¡Es nuestra responsabilidad hacer que Sus promesas se cumplan!
¡Vaya fe la de Abraham que tomó a su esposa y salió de su tierra sin saber hacia dónde lo llevaría su amor por Dios! Y nosotros a veces caemos en la depresión absoluta cuando pasamos un mes sin trabajo y clamamos desesperados: “¡Dios me ha abandonado!” ¿Dónde está la fe que te levanta y te hace tocar puertas hasta que logras lo que deseas? El problema no es tener fe sino demostrarlo cuando vienen las dificultades, porque es en medio de la tribulación y el desafío que ponemos a prueba nuestra fe y la hacemos crecer para lograr maravillas.
Fe es un estilo de vida
Hebreos 11:12-13 continúa hablando sobre la fe: Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
Y ¿qué sucede si llegas al final de tus días sin recibir lo que Dios te ha prometido? Pues así como Abraham, Isaac, Jacob y José, proclama a tu descendencia que ellos verán cumplidas las promesas porque Dios es fiel y no miente. La fe es la mejor herencia que puedes dar a tus hijos. Esa fe que cambia tu estilo de vida, que te hace vivir expectante, renunciando a existir sin propósito. No tener expectativas es como estar muerto. Vivir por fe es disfrutar del presente y del futuro que forjamos con optimismo.

Hebreos11:14-29 comparte más aún: Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.
Hebreos también explica que quienes realmente tienen fe, piensan y hablan de lo que esperan y lo que recibirán, producto de su esfuerzo y confianza en Dios. No pierden el tiempo pensando en el pasado, sino que avanzan hacia el futuro. ¡Pelea por tu porvenir, porque lo que viene será mejor!
Dios tiene preparados galardones para quienes se atreven a vivir por fe. Él no se avergüenza de nosotros y no nos abandonará porque, tal como a Abraham, nos ha prometido multiplicación. Y así como este valiente hombre, debemos aprender a creer y a ofrendar con amor. Quien recibe una promesa debe tener algo qué ofrecer de vuelta. De eso se trata la fe, de pactos, votos y promesas. En un famoso canto llamamos padre a Abraham, pero no es suficiente cantar, debemos demostrar que lo imitaremos en todo, para ser bendecidos como él lo fue.
La fe también hace a un lado el temor. Por eso Moisés es recordado como el hombre que no tuvo miedo de la ira de Faraón y prefirió desechar las riquezas porque tenía la vista puesta en el galardón que Dios le prometió. Las riquezas en el Señor no solamente serán cosas materiales. La gente piensa en casas y carros, pero Dios nos pide que veamos más allá. Su provisión es a todo nivel, espiritual y material, ya que de nada sirve tener todo el dinero del mundo si es fruto del pecado y de la falta de fe. Además, la fe nos distingue de quienes intentarán hacer las mismas proezas pero se ahogarán. Somos hijos de Dios y Su poder nos sustentará siempre. ¡No lo dudes, serás capaz de abrir las aguas y caminar en tierra seca o de caminar sobre el agua si es necesario!
Con los pantalones bien puestos
Hebreos 11:30-40 habla sobre otros héroes: Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.
Incluso una ramera, Rahab recibió galardón por su fe, ya que Dios da testimonio de ella en Hebreos 11 y Jesús proviene de su línea de descendencia. Ella creyó en el Dios de los israelitas y los ayudó a conquistar Jericó. Esto nos muestra que Dios tocará el corazón de cada uno, para que dejemos de criticar y comencemos a amar y a vivir por fe, demostrando que tenemos el valor para enfrentar incluso la muerte, tal como hizo esta mujer que tenía “bien puestos los pantalones”.
Para vivir por fe se requiere valor y coraje. Como decimos en muchos países, se requiere tener bien puestos los pantalones porque no es fácil. Dejar todo como hicieron Abraham y Moisés requiere mucha decisión. Si no te has atrevido a emprender ese negocio, no es por falta de fe sino por orgullo y falta de valor. Dudas: “¿Qué dirán si fallo, qué pensarán?” Usar la fe implica ser humildes y aceptar que nos debemos a nuestro Padre.
Cuando el pueblo era esclavo en Egipto, todos sabían que Dios los libertaría, pero solo uno tuvo los pantalones de plantarse frente a Faraón. Noé tuvo fe para obedecer la orden de Dios, pero fue el valor lo que provocó que construyera el arca a pesar de las burlas de la gente. David tuvo fe y también pantalones para enfrentarse a Goliat.

Al decir la Biblia que el reino de Dios sufre violencia y los violentos lo arrebatan, se refiere a quienes tienen el coraje y pelean por recibir lo que han creído. Dale gracias al Señor por la fe que te ha dado y asegúrale que le demostrarás que tienes los pantalones bien puestos para usarla en tus batallas. Dile: “Conquistaré reinos con la fe, el amor, el coraje y el valor que me has dado”.

miércoles, 6 de junio de 2012

Dante Gebel-Una iglesia que atrasa

Es increíble ver a miles de jóvenes apresados en la celda de la rutina. Sin creatividad, sin correr riesgos, atiborrados de métodos ya probados, envueltos en la tradición o en el «porque sí». Los jóvenes cristianos del 2003 observan las generaciones pasadas y creen revolucionar el dogma por mover de un lado a otro algunos estandartes. O creen que dejan fluir la creatividad divina por danzar hasta sudar por completo o realizar alguna que otra coreografía al compás del último coro de moda. Otros se consideran pioneros por formar una banda de rock cristiano o predicar sin corbata. Pero no es la música lo que te hará innovador o una camisa hawaiana al momento de pararte detrás del estrado. La creatividad no es una postura, es dejar fluir lo nuevo de Dios, aunque eso no sea compartido por el cónclave de la tradición. Hace unos diez o quince años pensar en una noche de concierto o una coreografía de mantos o estandartes, hubiese sido una herejía. Pero ahora, es tomado como parte de «lo medianamente aceptable» dentro de nuestro cerrado contexto religioso. Tenemos nuestro propio lenguaje, nuestras propias canciones, nuestra manera de saludarnos y hasta nuestra manera de vestir. Nos cierra perfecto. Sabemos qué se nos está permitido y lo que ni siquiera se nos ocurriría pensar. Nuestra idea de reunión creativa e innovadora es un mensaje ofrecido por el grupo de mimos de la congregación, que harán su pantomima durante los tres minutos de una canción, y luego pasará el pastor de jóvenes a pedir disculpas si alguien se ofendió, explicará que esta también es una manera diferente de predicar y además tratará de explicar lo que quisieron decir los mimos, ya que nadie entendió nada. Para los cristianos, una reunión evangelística debe componerse de tres eternas horas de alabanza, media hora de adoración, alguien explicando por qué levantarán la ofrenda, y el mensaje final, no olvidando claro concluir el servicio con otra eterna media hora de alabanza para despedir a los feligreses. Los más innovadores, organizan un concierto, con muchas luces de colores, cantidades industriales de humo sofocante y un sonido capaz de perforar cualquier tímpano normal. Esa es nuestra mayor idea de creatividad para intentar ganar al mundo. Pero alguien tiene que darnos la mala noticia: «La iglesia vive en los años setenta». Hacemos todo lo que se suponía que debimos hacer hace unos treinta años. Nuestro reloj dogmático atrasa horrores y muy pocos, lamentablemente, se han percatado del asunto. La mentalidad del cristiano promedio es que si algo resulta, hay que repetirlo hasta el hartazgo y mantenerlo por los próximos veinte años. No me imagino a los apóstoles yendo por la vida, buscando «locos de cementerios» y endemoniando cerdos. Tampoco creo que alguien acarició la idea de organizar un servicio de «salivadas» en la tierra para sanar a los ciegos de la región. O a una nueva denominación basada en transformar agua en vino. Nos encanta lo que ya resultó y alguien pagó un precio antes que nosotros por la innovación. Siempre preferimos imitar, antes que crear. Hace poco, llevé a un famoso productor de espectáculos a un servicio cristiano. Él se considera un «seguidor de lejos» del Señor. Nunca había visitado una iglesia. Se dedica a montar y hacer la puesta en escena de grandes obras de teatro en Broadway y en las capitales más importantes del mundo. Su concepto del show es potencialmente elevado. Nos conocimos en nuestro más reciente proyecto evangelístico, logramos cierta amistad, y aceptó mi cordial invitación a un servicio dominical. Media hora después de lo anunciado, dio inicio la reunión. Alguien probó los micrófonos una y otra vez, mientras los músicos improvisaban y afinaban los instrumentos frenéticamente. El baterista parecía quitarse los nervios de una mala semana encima de su instrumento, antes de comenzar la primera canción. Finalmente, un joven nos invitó a ponernos de pie y comenzó la alabanza. La primera canción duró unos doce o catorce minutos, la repetimos una y otra vez, primero las mujeres, luego los hombres, todos juntos, a capella, con palmas, sin palmas, todos juntos otra vez. Mi amigo estaba serio. El muchacho que dirigía el servicio nos pidió que abrazáramos a dos o tres personas y le dijéramos algo así como: «Prepárate para la unción que vendrá esta noche sobre ti y te dejar* lleno de gozo...» y no recuerdo qué más. Mi amigo estaba más serio aun. Otra canción. Ninguno de los músicos sonreía, más bien parecía que estaban en trance o, en el peor de los casos, pensando en otra cosa. Pasó otra persona y nos volvió a pedir que le dijéramos algo al que estaba a nuestro lado y a dos o tres personas alrededor. Luego pidió un aplauso. El tecladista no entendió la seña del cantante y entonces pidió otro aplauso, que le daría el tiempo para explicarle la seña al músico. Mi amigo me dijo al oído que se retiraba. Mientras se abría paso a la salida, oía con asombro, que el joven anfitrión les volvía a pedir que le dijeran algo al de al lado y que luego tendrían que saltar y dar unos gritos de guerra. En nuestra cultura, era un gran servicio de alabanza, digno de recordar. Para quien acababa de ingresar a la iglesia por primera vez, era un enorme grupo de improvisados, sin creatividad, ni sentido común. Como es muy educado, trató de disculparse, pero me interesé en su punto de vista. Reconozco que pude haber tomado un atajo religioso. Pude haberle dicho que «él no entendía las cosas del Espíritu» y también pude haberme convencido de «que no resistió la gloria y la unción». Pero preferí ponerme en su vereda, y tratar de oírlo. Quizá podía aprender algo. «Me sorprende», dijo, «que no haya nada preparado, ensayado, principalmente si es para Dios, como dicen. Por otra parte, cuando contrato músicos, tienen la obligación, por contrato, de sonreír mientras actúan. Ellos... solo tocaban. Además -agregó- los vi desconcertados, sin ideas de cómo seguir». Me quedé en silencio y ensayé alguna explicación. Pero me percaté de que hacía falta una reforma. Un cambio drástico y radical de nuestros dogmas y costumbres. Si una película se extiende más de dos horas, sentimos que se nos embota el cerebro, lo mismo pasa si un espectáculo va más allá de la hora y media. Pero somos capaces de tener cinco o seis horas de servicio. Cierta vez llegué como predicador invitado a un país muy querido, donde se realizaba un congreso en el estadio principal. La reunión comenzó a las diez de la mañana, y eran las cinco de la tarde y habían desfilado tres oradores sin interrupción, yo era el cuarto. «Predique tranquilo», me dijo el anfitrión a modo de consuelo, «aquí la gente está acostumbrada». Pero la multitud no estaba «acostumbrada». Tenía un hambre voraz y un cansancio mental insoportable. «El corazón resiste lo que la cola aguanta», suele decir un predicador amigo. Los saludé con amabilidad y los envié a descansar, luego de enterarme que habían estado allí por siete largas horas. No tenemos creatividad, escasea el sentido común. Programamos servicios y congresos para nosotros, pero espantamos al inconverso. Realizamos eventos dirigidos a quienes se supone que entienden lo que quisimos hacer, pero olvidamos al que no nos conoce ni comprende lo que queremos hacer o decir.

domingo, 3 de junio de 2012

Reto de valientes

TÍTULO ORIGINAL Courageous SINOPSIS Cuatro hombres, un llamado: Servir y proteger. Como agentes del orden, Adam, Nathan, David, y Shane, son hombres confiados y enfocados, haciéndoles frente a los peores peligros de las calles. Sin embargo, al final del día, ninguno de ellos está realmente preparado para enfrentar: el desafío de ser padres de familia. Si bien siempre dan lo mejor en el trabajo, lo "necesariamente bueno" parece ser lo único que ellos pueden alcanzar a ser como padres. Pero pronto descubren que en verdad se equivocan. Cuando la tragedia golpea su casa, estos hombres luchan internamente contra sus temores, sus esperanzas, su fe, y su paternidad. Patrullar y proteger las calles les es fácil y natural, pero ¿criar a sus hijos para que honren a Dios? Eso es ser valiente. "Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor" (Josué 24:15). Para ver la película as clip aquí

viernes, 1 de junio de 2012

Cash Luna-Amor extremo

Hay muchos paradigmas y pensamientos incorrectos respecto al amor. A veces nos concentramos más en las palabras que en las acciones y nos volvemos demasiado sentimentales. Entonces nos ofendemos por cualquier cosa y necesitamos que nos digan constantemente cuánto nos aman. Claro que decirlo es importante, pero demostrarlo es mucho mejor. Así que debemos aprender a manejar nuestros sentimientos y sentimentalismo. En el deporte, por ejemplo, vemos que hay rudeza entre los jugadores y muchas veces el entrenador ofrece las instrucciones con palabras directas, incluso agresivas, pero nadie se lo toma como una ofensa personal. Por el contrario, en la iglesia, donde supuestamente debemos estar convencidos del amor de Dios y de los hermanos, nos ofendemos por cualquier cosa. Esto debe cambiar en la medida que aprendamos sobre el verdadero amor. Jesús nunca le dijo directamente a alguien “te amo”, pero lo demostró con Su vida. Lo que sí pidió fue que nos amáramos unos a otros como Él nos ha amado, así que expresó con palabras y obras que nos amaba, aunque no abrazaba constantemente a las personas. Ser cariñoso y romántico es bello. Al inicio y al final del día yo abrazo a mi esposa Sonia. Le digo: “Ven acá, dame mi abrazo”. Yo la amo y se lo demuestro con mis palabras y acciones. Pero a veces nuestra convicción sobre el amor de alguien es tan débil que necesitamos más de las palabras y cariños que de las acciones concretas. Entonces vemos esposas que se deprimen si el esposo no les dice constantemente que las ama y si ellos se lo dicen, ¡ellas piden que se los juren! Ese tipo de conductas revelan una gran inseguridad. No ahogues a tu pareja con exigencias, mejor dedícate a amarla y verás que recibirás lo mismo a cambio. Además, ama sin condiciones o manipulaciones. En la iglesia sabemos que la expresión: “Quiero decirte algo en el amor de Cristo”, significa que nos dirán algo desagradable para lo que debemos prepararnos. No utilices el amor de Dios para manipular a las personas, expresa lo que debas decir en tu nombre, no en nombre del Señor. Jesús vino a romper el paradigma del amor que debe expresarse más con palabras que con acciones. Él nos enseña que el verbo amar debe complementarse con circunstanciales como: fidelidad, lealtad y respeto. Cónyuges, padres, hijos, amigos, todos debemos conjugar el verbo amar con esas expresiones concretas que lo hacen realidad. El amor de Dios es eterno Jeremías 31:3 aclara: Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. La versión de la Biblia de las américas lo dice así: Desde lejos el Señor se le apareció diciendo: con amor eterno te he amado, por eso, te he atraído con misericordia. El Señor dice que nos ha dado misericordia, es decir que nos ha dado la gracia que no merecíamos porque nos ama. En ningún momento dijo que nos escribirá cartas tiernas y cariñosas o que nos dará un cálido abrazo. La expresión de Su amor es extendernos las oportunidades de arrepentimiento por nuestras faltas. Su amor se concreta en ofrecernos misericordia. Debemos buscar balance al decir y demostrar el amor. Realmente no amamos si decimos: “te amo” pero insultamos o maltratamos a la persona querida; la amamos de verdad si le ofrecemos respeto y atención, aunque tal vez no se lo digamos. El amor de Dios se manifiesta cada segundo. Personalmente no me atrevo a decir que Él no me ama si me ha levantado a servirle y he visto Su mano poderosa protegiéndome y guiándome desde niño. A pesar de crecer sin padre ni hermanos, sé que Dios me ama porque me dio una madre amorosa y dedicada a apoyarme. ¿Cómo podría decir que Dios no me ama si sentó a Sonia a mi lado en la iglesia el día que la conocí y me bendijo con un matrimonio y una familia hermosa? ¡Estoy seguro de Su amor porque me ha dado una congregación con gente linda que lo honra! Por supuesto que me gustaría que Él me diera un abrazo y un beso, pero no lo necesito para convencerme de Su amor porque se encarga de demostrármelo día a día. Probablemente te quejas de algo que no te gusta de tu cuerpo, pero no le das gracias al Señor por aquello que sí te gusta. Tal vez te quejas del barrio donde vives, pero no ves que otros están peor y no agradeces tener donde vivir. El amor de Dios es eterno y nuestra vida es prueba de ello. El amor de Dios se corre riesgos Deuteronomio 8:7-19 dice: Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes; tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre. Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Dios también expresa Su amor dándonos cosas materiales. De hecho, todo lo que tenemos viene de Sus manos, así que merece que le demos las gracias y le demostremos esa gratitud con obras. Personalmente le agradezco infinitamente, le doy la honra y la gloria por permitirme llevar Su palabra y unción a miles de personas en la iglesia y en las cruzadas de milagros. A veces, por ejemplo después de las Noches de Gloria en Valencia, Venezuela, a las que asistieron más de 200 mil personas, me presento ante Él y le digo: “Perdóname Señor porque te di las gracias por esas jornadas maravillosas, pero no lo hice como lo mereces, perdóname por la ligereza de mi gratitud, te lo suplico”. Creo que con nada podría agradecerle lo suficiente el amor y misericordia que demuestra cada vez que me usa para bendecir a Sus hijos. Debes detenerte y dedicarte a dar gracias a Dios por el día, por tu salud, por tu cuerpo, por tu familia, y debes reconocer que Él te ama más de lo que te imaginas, te ama al extremo. Bendice Su nombre porque ha sido y es bueno contigo. Además, merece que le des gracias anticipadas por las oportunidades que vendrán, porque Su bendición alcanzará incluso a tus futuras generaciones. Dios se arriesga a amarnos porque sabe que es posible que en algún momento nos olvidemos de Él y lo hagamos a un lado. Nuestro Padre nos bendice a pesar de que al hacerlo, probablemente nos alejemos. Los padres de familia lo comprendemos porque nos dedicamos a darle lo mejor a nuestros hijos, aunque sabemos que ellos podrían irse y olvidarse de nosotros. Nunca dejaremos de apoyarlos para que crezcan y alcancen sus metas o evitaremos que tengan éxito con tal de retenerlos a nuestro lado. Pues lo mismo hace el Señor quien nos bendice, aunque al hacerlo nos alejemos de Él. ¿Cuánta gente abandona a Dios luego de recibir bendición? Algunos se acercan en bancarrota y enfermos, pero cuando ya ha sido restaurados, dejan de servir al Señor porque están muy ocupados y no tienen tiempo. Dios está cansado de ver a Su pueblo en servidumbre, por eso decide bendecirnos y debemos demostrarle que somos agradecidos, sirviéndole como se merece. No se puede amar sin riesgos, incluso Dios lo sabe, y vale la pena hacerlo. Ama a las personas aunque eso implique arriesgarte a sufrir una decepción. Mi madre me decía que debía amar hasta que me doliera. Ese fue uno de sus sabios consejos y tiene toda la razón. A veces duele amar, pero es necesario hacerlo, Dios lo hace, nos ofrece Su ejemplo y debemos imitarlo. Amar, incluso a los enemigos, eso es lo que Jesús nos mandó hacer. Dios es amor 1 Corintios 13:4-13 explica: El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. En este pasaje de la Biblia que habla sobre el amor, perfectamente podríamos sustituir la palabra “amor” por “Dios” y se comprendería de la misma forma, porque Él es amor, así que Dios es sufrido y benigno, no es jactancioso ni se envanece, no hace nada indebido, no se irrita ni guarda rencor, todo lo sufre, todo lo cree y todo lo espera, Él es el mayor y permanece. ¡Es maravilloso descubrir que Dios es la esencia misma del amor! Juan 13:16 afirma: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. La expresión más grande del amor de Dios es haber dado a Su Hijo para que tuviéramos vida eterna. Aquel que no ama a sus semejantes no puede decir que conoce a Dios porque Él es amor. Así que la señal inequívoca de un verdadero cristiano es amar y entregarse sin reservas, sin medida y sin condiciones. Si realmente amas, no tendrás problema con esperar, creer y confiar en tus semejantes, porque el amor verdadero se expresa de esa forma. Cuando una persona amada te dice que cambiará su conducta equivocada, tú debes confiar plenamente en que así será, porque el amor todo lo espera y esa actitud de fe, tarde o temprano, provocará el cambio en los demás. Ama a tu familia y a tus semejantes, demostrándoles que tienes fe en ellos y en su cambio positivo. El amor de Dios es extremo porque es eterno, te amó desde siempre y hasta el fin de los tiempos, no lo dudes. Su amor también es extremo porque se arriesga y no se acaba a pesar de las decepciones. Su amor es extremo porque Él mismo es amor y es capaz de entregarse sin medida. Su amor es tan inmenso que podría ser difícil comprenderlo, pero acéptalo, agradécelo, disfrútalo y compártelo. Abre los ojos a Sus expresiones de amor y decídete a amar con acciones, más que con palabras. Jesús nos ama tanto que murió por nosotros en la cruz. No dijo: “te amo”, pero lo demostró con Su propia vida. Dale gracias por Su amor infinito más allá de todo entendimiento. Pídele que te ayude a imitarle y amar en extremo, sin medida y con total entrega.